Las orillas de grava que confieren al Médoc y a sus vinos su carácter y calidad, extendiéndose a lo largo de la ribera del Gironda y amparados del océano por kilómetros de bosques situados al oeste, comienzan a desaparecer en St-Estèphe. Se trata éste del más septentrional de los cuatro famosos municipios que constituyen el corazón del Médoc. Una pequeña jalle – palabra que en el Médoc designa un arroyo- lo separa de Pauillac; por un lado los viñedos de Château Lafite y, por otros, tres de los cinco viñedos de St-Estèphe que producen caldos clasificados: los Château Cos d’Estournel, Lafon-Rochet y Cos Labory.
Hay una diferencia entre los suelos de Pauillac y St-Estèphe, ya que, a medida que la grava que arrastra el Gironda va en disminución, se aprecia un aumento en la mezcla de arcilla que contiene. Más arriba, en Margaux, hay muy poca. Y, en St-Estèphe, el suelo es más denso y su drenaje, más lento. Los vinos tienen mayor acidez; son más redondos y sólidos y, con frecuencia, menos perfumados, pero llenan la boca. Se trata de los robustos tintos que tanto reverencian los británicos en particular y que con la edad se suavizan, aunque manteniendo su vigor y sin desfallecer.