El Hermitage es probablemente el viñedo más antiguo del Rhône, se supone que los antiguos griegos se establecieron en la zona hacia el 600 a.C. impresionados por la colina, no es para menos su exposición al sur, es excelente. Cuando Virgilio escribió hace dos milenios “las vides aman una colina abierta”, no podía haber encontrado otra mejor que la colina del Hermitage.
Las pendientes de Hermitage, una antigua extensión del Massif Central, ocupan 126 ha de terreno escalonado y granítico, 34 de las cuales pertenecen a Chapoutier. Se dice que el sol siempre se pone en último lugar en estas laderas graníticas, pero es obvio que el sol también sale primero por aquí. Sus muros de terrazas se calientan al sol durante todo el día y ayudan a la maduración de las uvas. El drenaje es excelente y el viento de mistral secará el exceso de humedad.
La superficie del suelo se compone, sobre todo de sílex y caliza desmenuzada. Podemos identificar siete tipos de suelos en la colina, Chapoutier hace un gran esfuerzo para reflejar la diversidad de suelos en sus vinos. El Hermitage, Ermitage en la ortografía antigua, es capaz de producir majestuosos tintos e intrigantes vinos blancos.
Los vinos tintos combinan una tosca fuerza con la dulzura de la fruta y un salvaje perfume, en términos académicos, menos correcto que los grandes Crus de Burdeos y menos explícito que los grandes Borgoñas, pero le atrapa a uno como no es capaz de hacerlo ningún otro vino tinto. El Hemitage blanco carece en un primer momento de encanto y de fragancia, de todos los otros grandes vinos blancos, parece grueso y malhumorado, pero su hosquedad no envejece. Es difícil explicar como mientras su hermano tinto envejece, éste rejuvenece, aunque ambos pueden evolucionar durante más de 25 años. Los vinos blancos tienen un tono mineral más delgado que los tintos, nunca pierde su rico y maduro centro de miel, nueces, con un toque picante y coronado por azúcar de cristal.